viernes, 23 de agosto de 2013

Creación

Cuando me hiciste Señor, mi camino estaba ya trazado.
Sabías que me caería y tendrías que levantarme.
Que volvería a caer y tomarías mis manos ayudándome a ponerme de pie una vez más.

Me concediste virtudes y también defectos.
Sabías que si sólo tenía virtudes podría envanecerme,
Pero al tener defectos me diste el trabajo de superarlos.

Cuando me hiciste Señor me entregaste obreros del amor,
quienes me darían las herramientas que me ayudarían a  creer en Ti
a amarte y para que en los momentos de angustia y desconsuelo buscase refugio en Ti.

Tus maestros fueron de primera Señor.
Lograron el objetivo que les pusiste en sus manos.
Y hoy que consideraste terminado su trabajo
les has llamado al descanso...

lunes, 12 de agosto de 2013

Hàgase Señor tu Voluntad

Siento que la voluntad de Dios es para aceptarla mientras que la Fe, es para rogar por fortaleza frente a lo difícil  que es aceptar esa voluntad, que no siempre coincide con la nuestra. Es inevitable pensar que lo mejor para nosotros es lo que  creemos que necesitamos, por tanto¿ quiénes mejor que nosotros mismos para decidir qué nos hace o no falta, qué nos conviene o no? Quizás por eso es tan complicado aceptar una voluntad que no sea la propia. Nos negamos, nos enojamos, insistimos. Incluso al elevar una oración cuesta dejarlo todo en manos de Dios muy por el contrario, vamos pidiendo tal o cual cosa según sean "nuestras necesidades". Cuando dichas necesidades no son resueltas a pesar de nuestras incansables oraciones entonces pensamos que no hemos sido escuchados, que nuestras plegarias no sirvieron de nada, que Dios nos ha abandonado, sin siquiera detenernos a pensar en que no somos dueños de nuestra vida,  ni del futuro, que sólo Aquél que nos la dio tiene poder absoluto sobre ellas y que todo lo que Él decida para nosotros tiene una razón de ser, por más   inexplicable, incomprensible o injusto que nos parezca.

La verdad es que no puedo agradecer las tristezas que muchas veces me ha provocado la voluntad del Señor, pero sí agradezco la Fe que me ha permitido elevar mi oración por consuelo en medio de mi angustia y dolor. Hay momentos en los que quisiera correr pero Él me pide ir paso a paso; otras veces quiero abandonar la carrera más Él me muestra el final de la meta más allá de los obstáculos que veo en la pista.
Muchas veces siento que mis cargas son demasiado pesadas, mi espalda se encorva y mis pies se arrastran, mientras que mis manos deben apoyarse para seguir la marcha. Al levantar la vista para ver el camino, éste parece intransitable y eterno debido al peso que cargo encima. Sin embargo, doy un paso a la vez mientras invoco el  nombre del Señor, otro paso mientras le imploro fortaleza y otro más cuando mi ser  ruega ser digna de Él. Entonces logro enderezarme un poco, ya mis pies pisan fuerte la tierra por la que antes se arrastraron y al voltear la mirada me doy cuenta que he avanzado tanto, que casi no distingo donde empecé esta caminata. Lo único que veo con total claridad es el lugar al cual dirijo mis pasos, el fin del camino, al cual estoy segura llegaré con la ayuda del  Amor y y la Misericordia del Señor, entonces diré con humildad y gratitud, Hágase en mí Tu Voluntad Señor"